Cartas a un eterno desconocido | Judit Bravo

Judit Bravo
Cartas a un eterno desconocido
Mesa Redonda

La noche parecía más lenta a su lado, debió ser por mi anhelo ante sus manos, por mis emociones a flor de piel, porque a estas alturas había perdido no solo la ropa a su lado, sino también había perdido parte de mi moral, él había pervertido mis sentimientos, me había perpetrado el cuerpo y, seamos honestos, él se había vuelto mi amante y lo peor de todo, era que eso a mí me encantaba, me gustaba compartir un secreto con él, compartir mis bajos instintos, mis fantasías más sublimes e incluso las más oscuras, se había convertido en mi nueva adicción y yo no estaba arrepentida, me había corrido de él por miedo a que me guste mucho esta sensación, pero ahí estaba con él en la cama, totalmente desnuda, haciendo un paréntesis de la realidad, extasiada y maravillada por él, por todo lo que me hacía y me provocaba.