Erika Rodríguez
Parvas
kimochi
Precio: 45.0
ISBN: 9786124899218
El erotismo en lo mórbido, así como el miedo en el amor, van de la mano, y otra vez la noche, el reflejo o reflujo de la soledad: Lima es el mar, la arena, el soplo mortecino del tedio. Este es el tono que los lectores contemporáneos persiguen en algunas obras que trascienden lo convencional de nuestra época inclinada al entretenimiento, y siendo como es efímero, igual que en los haikus japoneses, alcanza el instante permanente, valga la contradicción para describir el intenso poemario titulado Parvas. El significado del título es múltiple, de ahí su ambigüedad; parva puede ser cantidad pequeña de la mies en la era para ser trillada, también se usa como horca, instrumento para dar muerte a los condenados. Precisamente, en el penetrante poema Los griegos hablaron de la tristeza, Erika Rodríguez define lo que podría significar la horca en los ojos del amado que ha partido para siempre: esa tristeza que se refugia en sus ojos, que flotan con sensualidad geométrica· Para ello nos remite a una pintura del austriaco Gustav Klimt Le Baiser (El beso). El texto final del libro se llama Parvas y se inicia con nuevos símbolos: Naceré de la parva/ azul y melancólica: Entonces, el segundo libro de Erika Rodríguez no solo se inserta en el universo parnasiano del autor de Las flores del mal, sino que nos transporta al mundo de otros poetas magníficos para quienes el azul es el color de lo atemporal, como La niña de la lámpara azul de Eguren; Azul, poemas y cuentos de Darío o la flor azul de Novalis, para quien -según la lectura de los críticos del romanticismo- el azul representa lo inalcanzable. Para Erika Rodríguez, la niebla también es azul, la bruma que abraza el cielo de Lima y acaricia al suicida en este estupendo poemario.